Las misiones son una respuesta joven y alegre al mensaje de Cristo que tantas veces nos ha recordado el Papa: "Hoy en día, todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo, por eso es tan urgente la Misión" (Papa Francisco).
Para dar respuesta a este llamado del papa Francisco, este ano me toco misionar en la parroquia asuncionista Santiago Apóstol de Tlilapan, en el estado de Veracruz. La parroquia cuenta con once capillas. Me dediqué a estar al servicio de la capilla de San Pedro de Boquerón, una capilla sencilla y en construcción, situada en la localidad de Jalapilla.
La comunidad de Boquerón tiene como 19 años que se formó. La mayor parte de sus habitantes se dedican a la construcción y al comercio.
Ha sido una gran experiencia y bendición estar con los hermanos de esta comunidad, el compartir con ellos fue un bello regalo de Dios, pues no solo me abrieron las puertas de su hogar, sino también las de su corazón. Juntos reímos, lloramos, cada experiencia era un encuentro con Cristo mismo.
Día a día nos fuimos conociendo e integrando a las actividades de la semana mayor, al principio había un poco de desconfianza de parte de la comunidad, pero poco a poco todos nos unimos con alegría para vivir la semana mayor. La pascua infantil fue hermosa la alegría de los niños me la llevo tatuada en mi corazón.
En cuanto a la pascua juvenil, hubo poca respuesta de los jóvenes pues la mayoría de ellos trabaja, pero en el visiteo pude charlar con ellos y otros pocos que fueron a las charlas programadas. Al escucharlos, puedo ver la gran necesidad que tienen de Dios. Me alegro ver en sus rostros el rostro de la esperanza que Dios les dio en esos días.
La charla de los adultos fue un éxito pues ellos sí acudieron y fue algo hermoso escucharlos. De igual manera reímos, bailamos y lloramos, pero fueron lágrimas de amor y de reconciliación. La comunidad se fue integrando para las celebraciones de jueves santo, viernes santo y sábado de Gloria, y fue así como compartimos la Fe.
En el visiteo llevamos la comunión a los enfermos. Había también bendición de enfermos, bendición de casa, bendición de la familia, etc. En verdad doy gracias a Dios que haya permitido vivir todo esto.
Vida, fe, esperanza y amor son las palabras que resuenan en mi corazón en esta hermosa misión. En conclusión, los que conforman la comunidad San Pedro de Boquerón son personas sencillas, humildes y de gran corazón. Compartieron sus alimentos, su vida y su amor. Dios se hizo presente ahí y juntos lo vivimos.
Maru Copado
Laica asuncionista
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