- Sébastien Bangandu
- 19 sept
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El pasado 16 de septiembre de 2025, los Hermanos Religiosos Agustinos de la Asunción nos dimos cita en Tlilapan, Veracruz, para celebrar nuestra Asamblea Regional.
La jornada comenzó con la alegría de reunirnos en torno a la mesa del Señor, compartiendo la Eucaristía como fuente de unidad y envío. No faltó el calor fraterno de la convivencia: celebramos juntos las fiestas patrias, compartimos la cena y hasta entonamos canciones mexicanas que dieron un aire festivo y familiar a nuestra reunión.

La asamblea giró en torno a tres reflexiones que iluminaron nuestra vida regional. El P. Miguel Díaz Ayllon nos invitó a contemplar el tema: “Reavivar el fuego del llamado: vocación y fraternidad en tiempos de sequía espiritual”.
Con fuerza evocó la invitación del P. d’Alzon: “Que venga tu Reino, aunque debamos atravesar la noche”. Descubrimos que nuestra vocación necesita ser constantemente alimentada: encender juntos el fuego de nuestro primer llamado vocacional para que nuestros gestos sean signos vivos del Reino.

Posteriormente, el P. Oswaldo García Sánchez nos llevó a profundizar en el corazón de nuestra identidad con el tema: “Una sola alma y un solo corazón en camino: reencuentro fraterno desde nuestras raíces asuncionistas”.
Recordamos que para la comunidad agustiniana la fraternidad no es solo un ideal, sino el centro mismo de nuestra vocación: compartir bienes materiales y espirituales, sostenernos en la fe, corregirnos con caridad y trabajar unidos para ser signo visible del Reino en medio del mundo. La fraternidad, vivida con autenticidad, se convierte en testimonio luminoso de Dios para todos.

Iglesia del Reino: sinodalidad en clave asuncionista”.
La sinodalidad se nos presentó como un estilo de vida que nos pide escuchar, discernir y caminar en comunión, religiosos y laicos, como corresponsables de la misión.
Inspirados en el carisma del P. Manuel d’Alzon, descubrimos que la sinodalidad nos desafía a ser constructores de unidad y esperanza, en un mundo marcado por la división, dando testimonio de que el Reino es ya una realidad que se abre paso en nuestra historia.
Tras compartir nuestras reflexiones y confrontarlas con la vida cotidiana, constatamos que la fraternidad regional se fortalece no a pesar de nuestras diferencias, sino gracias a ellas: cada diversidad se transforma en riqueza para la Asunción en México.

La jornada concluyó con un repaso de algunos asuntos económicos de la región y, como no podía faltar, una comida fraterna que coronó este encuentro. Con gratitud renovada, regresamos a nuestras comunidades sabiendo que, aun atravesando dificultades, el fuego del Reino sigue vivo en medio de nosotros.
Por Rafael Huerta Ramos, a.a.