
Grupo juvenil Misionero Maranatha, llevamos a cabo una salida al Xitle para poder estar en contacto con la naturaleza, y por medio de la oración con Dios. En efecto, el Xitle está ubicado a la zona comunal de San Andrés Totoltepec. Los ancestros de este pueblo llegaron a estas tierras en el siglo XIII, en el año 1547. En aquel entonces vivían en estas tierras los Tecpanecas.
Según las informaciones recibidas de Ángel que nos llevaba a este lugar, las formaciones magmáticas que íbamos a visitar, son producto de la erupción del Xitle. Nos aseguró Ángel que, si el camino está bueno, íbamos a pasar por el Huehuenche, que es una cueva donde los abuelos escondieron las cosas de valor del pueblo durante la revolución. Junto a ese lugar está el espacio dónde los zapatistas colocaban el cañón para atracar el ferrocarril.

Salimos de nuestro barrio a las 7:30 de la mañana. Dimos una vuelta a la parroquia San Andrés Totoltepec donde recibimos la bendición del padre Joseph Mahamba, párroco, que además nos regaló bastones que nos aseguraron una subida agradable.
Por su parte, Ángel nos proporcionó algunas recomendaciones y nos pidió llevar, entre otras cosas necesarias: ropa cómoda y resistente, agua suficiente, gorra o sombrero, algún alimento (lonche) para compartir, linterna, bolsa para basura, y por supuesto, cubrebocas para el traslado de San Andrés a "La Monera"…
Iniciamos el recorrido a las 8:30 de la mañana, con gran entusiasmo y alegría. Cuando llegamos a las faldas del volcán, juntos rezamos el oficio de Laudes. Ángel Benítez llevo a cabo las oraciones. Una vez dentro de la cueva, en las entrañas de la madre tierra, hicimos meditación. ¡La sensación y el sentimiento no lo puedo describir!

En el silencio, experimentamos la total oscuridad; sólo se escuchan las gotas caer y las palabras de Ángel que nos llevaban a encontrarnos con nosotros mismos. ¡Fue un momento en verdad mágico!
Una vez fuera de la cueva, decidimos subir al cráter muy alto e inclinado. ¡No fue fácil! Hubo a quien le dio "mal de montaña" pero se pasó rápido. Una vez arriba, la vista, la paz, el aire fueron la recompensa y las risas de todos, la alegría del grupo. ¡En verdad padrísimo! Algunos bajaron al cráter y comentan que dentro de sentía una energía muy padre.
Por fin, llegó la hora de bajar. ¡Eso estuvo muy divertido y con una adrenalina al 100! Terminamos nuestra gran aventura con la novena del padre Manuel Dalzón. ¡Fue una experiencia en verdad maravillosa!
Maru Copado
Laica Asuncionista
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